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Jueves 8
HIGH FIGHTER + MAIDAVALE + THE DEVIL AND THE ALMIGHTY BLUES
+ LUCIFER + MONOLORD + EARTHLESS + GRAVEYARD
Viernes 9
ZIG ZAGS + VIAJE A 800 + KALEIDOBOLT + BELZEBONG
+ STONED JESUS + ORANGE GOBLIN + DOPETHRONE
Sábado 10
+ HERE THE CAPTAIN SPEAKING + THE CAPTAIN IS DEAD
+ MAGGOT HEART
+ TOUNDRA + SACRI MONTI
+ WINDHAND + EYEHATEGOD + OM
SONICBLAST MOLEDO 2019
Jueves 8, Viernes 9 y Sábado 10 de Agosto de 2019 – Moledo do Minho – Portugal
Después de una buena pila de años intentándolo, víctima de la siempre difícil tarea de coger vacaciones en un mes tan complicado como es Agosto, por fin en este 2019 se juntaban los astros y conseguía cuadrarlo todo para visitar un festival al que, seguro, llegaba demasiado tarde, pero que igualmente tenía muchísimas ganas de conocer y disfrutar. No en vano, SONICBLAST es desde hace años el mejor festival ‘outdoor’ dedicado al ‘stoner’, ‘doom’ y psicodelia (tampoco es que haya muchos), y una opción diferente a todas las que nos ofrece el panorama europeo en lo que a festivales de nuestro ambiente se refiere. El cartel de este año fue decisivo a la hora de echar el resto y desplazarme hasta Portugal, realmente cerca de la frontera con Galicia, a unos 30 minutos en coche de la maravillosa localidad pontevedresa de Tui, con nombres de peso como los de los mismísimos OM, EARTHLESS, GRAVEYARD, MONOLORD, ORANGE GOBLIN o nuestros TOUNDRA, a punto de agotar ya su extensa gira de presentación de “Vortex”, aunque cabe resaltar que el festival lleva ya 2 o 3 años en los que a nivel de cartel ha dado un salto bastante importante. Tenía que ser este año, y fue, aunque no sin problemas…
A modo resumen, la edición 2019 del MOLEDO será recordada por muchas cosas, pero principalmente por las cancelaciones de última hora, por el mal tiempo, y por cómo a pesar de todo, resultó inolvidable.
Durante los días previos, comentar y destacar que la organización tuvo que enfrentarse a la cancelación de varias bandas muy importantes en el cartel como las de SATAN’S SATYRS, THE OBSESSED o MY SLEEPING KARMA. Aquello, no lo voy a negar, supuso un contratiempo para muchos, aunque a posteriori destaco que la organización suplió bien las bajas con bandas que después fueron de lo mejor en sus días, bandas como BELZEBONG, VIAJE A 800 o DOMKRAFT. En un festival tan familiar, donde el amor por estos sonidos es tan sincero y la avidez de nuevas bandas es tan marcada, no se notó apenas y la gente respondió como se esperaba, por lo que poco o nada afectó finalmente al desarrollo del festival. En cuanto al tiempo, sí que afectó y mucho al desarrollo del festival, como iré detallando después, pero destacar y subrayar que la organización hizo auténticos malabares para que todas y cada una de las bandas tocasen, aunque fuera algo menos de tiempo, y que el desarrollo del festival se viera afectado lo menos posible. Y vaya que si lo consiguieron. La previsión fue enorme a la hora de anticiparse a la tormenta eléctrica del jueves, y la capacidad de reacción excelente para salvaguardar primero la seguridad de los asistentes y, segundo, las actuaciones de todas las bandas. Lo consiguieron.
Por lo demás, de SONICBLAST decir simplemente que se trata de un festival de carácter familiar, muy bien organizado dentro de los medios y dimensión de que disponen, que se desarrolla en 2 escenarios; hasta las 18H en la pequeña piscina municipal, donde transcurren los conciertos sobre un pequeño escenario sin telón mientras el público disfruta de la piscina o simplemente de una cerveza en el cuidado césped, y a partir de las 18H en el escenario principal, en un recinto muy recogido pero más que suficiente donde hay barras y servicios más que suficientes para disfrutar de 3 jornadas muy, pero que muy intensas de buena música, que paso a contaros a partir de ya.
Jueves 8 de Agosto
Durante la noche del miércoles, estando en la fiesta de bienvenida en el Ruivo’s Bar, donde también tuvieron lugar cada noche las ‘after parties’, se nos notificó que debido a las previsiones meteorológicas para el Jueves no se celebraría ningún concierto en el escenario de la piscina, pasando todos al principal desde el primero. Así, tocaba subir cuesta arriba y acceder bien pronto al recinto principal, para ver cómo los HIGH FIGHTER repartían cera y ‘riffs’ megalíticos a primera hora de la tarde, con un mínimo retraso, liderados por una Mona Miluski cada día más inconmensurable y asentada como una de las mejores ‘frontwoman’ del gremio que pueda haber. Había poca gente por entonces, lógico al tratarse de una hora temprana y de la jornada de inauguración, pero aun así los de Hamburgo orecieron un concierto más que sólido, presentando casi a la mitad su último trabajo, “Champain”, recién editado.
Fue justo después cuando la cosa empezó a complicarse. Llegaba la hora de que MAIDAVALE se confirmaran en MOLEDO, y el cielo amenazaba cosas graves. Aun así, algunos esperábamos en las primeras filas mientras veíamos como, por parte de los operarios, se aguardaba primero, y se empezaba a cubrir todo después, pocos minutos antes de que nos empezara a caer agua como si el mundo se fuera a acabar. Y llovía, y tronaba, y aquello no terminaba. Pasó aproximadamente una hora, en la que por cierto apenas si pudimos resguardarnos en ningún sitio porque había poco techo, y ocupado, y cuando muchos ante la enorme tormenta pensábamos que no veríamos ningún concierto ese día, se nos avisaba por correo electrónico que en 5 minutos MAIDAVALE saldrían a escena y que todos los conciertos se mantendrían aun con los retrasos lógicos. Aunque seguía muy cubierto, y las previsiones anunciaban más lluvias para última hora de la tarde, creo que a todos se nos abrieron los cielos en aquel momento.
MAIDAVALE dispusieron de sólo media hora, y vaya que si la aprovecharon. El cuarteto sueco formado en 2014 desarrolló su colorida propuesta psicodélica con soltura a pesar de ser una banda joven, con tan sólo 2 trabajos editados, y precisamente abrían con uno de los temas de su último “Madness Is Too Pure” (2018), un “Trance” que fue uno de los temas mejor acogidos de toda la edición 2019 un poco por la alegría que supuso disfrutar de la música en directo tras la incertidumbre. Destacar el perfecto sonido, lo cortito que se nos hizo, y la hipnótica presencia y voz de Mathilda Roth, que nos deslumbró con su originalidad y hechizante voz sobre el escenario.
Muy poquito después, llegaba el turno de la que estaba previsto que fuera la última banda en actuar en la piscina en la jornada de inauguración, unos MINAMI DEUTSCH a quienes pude ver en Deserfest Antwerp hace algunos años, y que si bien es cierto que en aquel momento no me llamaron demasiado la atención, en Portugal dejaron otro concierto de 30 minutos plagado de psicodelia de primer nivel, sin espacio para el receso, sumamente atractivo y con una banda enteramente volcada con un público que poco a poco iba llenando el recinto en el que para mí era el día más atractivo de todos. Ya solo con “Futsu Ni Ikirenai”, con la que empezaron, nos sumieron a todos en un trance de ‘loops’, efectos y colores, y cuando quisimos darnos cuenta se habían ya marchado…
La mayor sorpresa para mí del día fue sin lugar a dudas THE DEVIL AND THE ALMIGHTY BLUES. Tenía referencias de la banda tan sólo de oídas, y aunque su puesta en escena me resultó quizás algo simplista, especialmente por el aparente pasotismo de su vocalista, que después iba a realizar un papel descomunal, lo cierto es que el combo noruego dio uno de los conciertos más pesados y nítidos que pudimos ver en SonicBlast 2019.
Su propuesta, para quien no les tenga muy ubicados, fusiona los medios tiempos y la cadencia del ‘doom’ con el ‘blues rock’, algo enormemente original y atractivo en directo que nos tuvo pegados a su actuación por espacio de los más o menos 40 minutos que tuvieron, si mal no recuerdo, recortando un poquito más de tiempo a los retrasos que llevábamos acumulados. Por un momento, pareció como si Moledo se hubiera convertido en la capital del ‘blues del delta’, entendido de un modo aberrante y despiadado, donde nuestros cuellos ya empezaban a calentar para lo que iba viniendo. Como decía, increíble interpretación de Arnt, ensotanado, y sensacional el sonido de que dispusieron, aunque no me gustase tanto su poca participación y la pobre imagen cerveza en mano apartado siempre que no tocaban partes vocales. Sensacional concierto aun así.
Avanzando en la tarde, para mí LUCIFER eran sin lugar a dudas uno de los platos fuertes del día y del festival, y no defraudaron lo más mínimo. Era la tercera vez este año que tenía el gusto de ver a la banda liderada por Johanna Sadonis presentando su maravilloso segundo LP en estudio, y la sensación fue idéntica a la que me dejaron en Nueva York en el mes de Marzo y en Suecia, ya en festival, hace un par de meses: son, todos ellos, muy muy buenos. Abrieron con “Faux Pharao”, de un modo abrumador, “grueso” y lapidario, y la presencia de Johanna se mostraba imponente y solemne, esta vez de negro.
Por cierto, regresaba la tormenta, esta vez acompañada de rachas de viento, y la banda sueca y quienes les disfrutamos tuvimos que lidiar con una fina lluvia que conforme avanzaba su concierto se iba tornando más intensa. Se notó en la falta de público también, y en cómo la gente iba poco a poco abandonando el recinto para resguardarse todavía con la anterior descarga presente. Sea como fuere, fue de nuevo un placer disfrutar de los coros estratosféricos de Linus Björklund, de la presencia escénica de Nicke Andersson tras los parches (no sería la última vez que pisaría ese escenario esta noche, y de temas como “Dreamer”, “Eyes In The Sky”, su versión del “Snowblind” de BLACK SABBATH o la final “California Son”, que les despedía entre la lluvia. La cosa se pondría peor…
Para cuando MONOLORD se presentaban en escena, mucha gente se había alejado ya del escenario para resguardarse en cualquier sitio donde la lluvia, que no paraba de arreciar, no pudiese alcanzarles. Teníamos unas ganas inmensas de disfrutar del siempre letal directo del trío sueco, pero las circunstancias deslucieron un poco un concierto que, en líneas generales, no fue ni mucho menos el mejor que les he visto en los últimos tiempos. Abrían con “Empress Rising”, directamente, sin filtro ni presentaciones que valgan, y aunque sus ‘riffs’ caían como martillos del cielo, la voz de Thomas Jäger sonaba menos lisérgica que de costumbre, lo que hizo de la actuación algo un tanto raro en ese sentido.
Se notaba mucho que los efectos de la voz se habían quedado cortos. Ello nos acompañó durante todo su concierto, como la lluvia, de la que nos resguardamos bajo unos graves salidos del mismísimo infierno y del sonido más grueso y pesado imaginable, con 3 o 4 filas de valientes pasándolo en grande bajo la tormenta, con incluso algún que otro “crowdsurfer” despistado. Presentaron “The Bastard Son”, de su inminente (y excleso, ya lo avanzo), “No Comfort”, que sonó tras un “Lord Of Suffering” demencial. También sonaron “Audhumbla”, “Dear Lucifer”, y ya al final, con todos al borde de la sobredosis de ‘riffs’, “Wormland” y “Rust” para cerrar. Un concierto algo raro de MONOLORD, POSIBLEMENTE, pero un buen concierto después de todo y dadas las circunstancias.
Poco a poco la lluvia iba remitiendo, a medida que la noche entraba en su apogeo con las actuaciones primero de EARTHLESS, y después de unos GRAVEYARD que sin lugar a dudas tenían el cartel de ‘headliners’ en la que, insisto, se perfilaba como la noche más atractiva de todo el festival. Ya tuvimos ocasión de comprobar el inmenso estado de forma del trío estadounidense liderado por Isaiah Mitchell en la pasada edición del Kristonfest, y sin embargo tenía una gran curiosidad por descubrir cómo se las gastarían en un festival ‘open air’, frente a un público y un ambiente tan afín. El trío salió frente a un telón con la portada de su último “Black Heaven”, con el que por cierto ya estuvieron en MOLEDO el pasado año, y comenzando con “Uluru Rock” nos ofrecieron otro de esos conciertos catatónicos, de los que dejan sin aliento, un no parar de ‘jams’, éxtasis, color, rock y psicodelia de la que no conseguimos escapar en una hora aproximadamente, que nos atrapó fuerte hasta que nos quiso soltar.
EARTHLESS es eso, intensidad, guitarras vertiginosas, creatividad… y Moledo volvió a ser testigo una vez más de la maestría de este combo y del salto que han dado también con su nuevo “Black Heaven”, del que nos dejaron “Black Heaven”, “Electric Flame” y “Gifted By The Wind”, un trabajo perfecto, hasta las voces, que el propio Isaiah se encargó de clavar. Su show ganaba en adrenalina con cada nota, con cada solo, y las caras de perplejidad y admiración se multiplicaban hasta cambiar por las de sorpresa, al hacer acto de presencia el mismísimo Nicke Andersson a la guitarra en el final de su actuación, que nos atropelló a todos. Estaba previsto y así fue. Puede que el mejor concierto del día, a cargo de unos que no fallan.
Llegado el esperado momento de recibir a GRAVEYARD con o sin la etiqueta de cabezas de cartel, se me planteaba el dilema, o más bien el temor, de qué versión de la banda veríamos. Hace tiempo que sus directos me llevaban pareciendo algo soso, deslavazado, sin alma, y ciertamente se está convirtiendo en una lotería lo de ver a esta incomparable banda sueca que, por fortuna para todos, y para mi sorpresa, dieron un excelente concierto para terminar nuestra primera jornada de SONICBLAST. No hizo falta mucho tiempo para vaticinar que lo que se nos venía era uno de los buenos.
Se les ve venir, especialmente a Joakim, y sólo con la primera estrofa de “Walk On”, y la actitud de la banda en su conjunto, ya adivinamos que la noche iba a ser tan redonda como podría ser. Y es que cuando Joakim Nilsson está bien, y hace que sus temas brillen con la luz que tienen, nada puede salir mal. Esta vez, y con un sonido sencillamente espectacular, la banda sueca y el vocalista en particular puso en valor sus temas transmitiéndonos de verdad, y dándoles el entusiasmo que merecen y que no siempre les dan, para dejarnos una actuación contagiosa, vibrante, donde el grupo se mostró con la ilusión de cuando empezaban, de cuando nos enamoraron. Así de simple o complicado…
Viernes 9 de Agosto
El viernes el tiempo nos daba una necesaria tregua, y aun así todavía no pudimos disfrutar del escenario de la piscina por lo inestable de la predicción y los vientos, que aun persistían. Había cesado la lluvia, aunque seguíamos sin tener un tiempo demasiado apacible, digamos… Así, nuevamente se volvieron a pasar todos los conciertos al escenario grande, al que accedimos esta vez un poquito más tarde que el primer día para disfrutar como enanos de la bofetada sónica que nos dieron los ZIG ZAGS, quienes lo devoraron absolutamente todo a su paso dejando un concierto frenético de rock a 1000 revoluciones, lleno de actitud y sencillez, que fue mejor que 20 cafés a eso de las 17 de la tarde pasadas, con el sol empezando a asomar tímidamente.
La primera banda de las que estaban programadas en el escenario principal eran unos viejos conocidos de la escena ‘stoner’ nacional, los algecireños, VIAJE A 800, quienes hace tan sólo unos meses regresaban al directo con un concierto dentro del ciclo de conciertos Sound Isidro en Madrid junto a ATAVISMO, y a los que tengo que decir que hemos echado muchísimo de menos en estos 5 años que han faltado. Todavía sin demasiado público, pero con una expectación ya nada desdeñable, el combo gaditano ofreció un show enormemente sobrio, donde nos transportaron bien lejos con su sonido ‘psych’ y sus riffs saturados y deslavazados, con letras en castellano y una carga masiva de efectos que lucieron con un sonido nítido como pocos. El trío nos atrapó con temas como “Largo Beso Recto”, con ese ‘vibe bluesy’ que tanto echaba yo de menos, “Los Ángeles que Hay en mi Piel”, inspirada en Bukowski, o “Patio Custodio”, y como digo nos hicieron pasar una hora aproximadamente de lo más amena.
Del conciertazo que acto seguido se marcaron los KALEIDOBOLT podría decir que fue una sorpresa o que no lo veíamos venir, pero creo que es justo reconocer que ya no son ninguna sorpresa. El power trío finés editó el 31 de Mayo su última joya, “Bitter”, y con esa excusa se nos llevaron por delante en la tarde del viernes a golpe de ‘rock’ ácido, corrosivo y endemoniado, con unas dosis muy marcadas de psicodelia que les hacen únicos. Su concierto se pasó como un cometa, nuevamente con poquita gente en el recinto, pero la actitud de la banda y la absoluta maestria de Sampo Kääriäinen a la guitarra (y voces) nos dejó sin aliento y mereció de por sí la pena, en uno de esos conciertos de quedarse “ojiplático”.
La tarde iba cogiendo forma en lo que a afluencia se refiere, y para cuando los polacos BELZEBONG aparecían en el escenario principal de SONICBLAST, el sol se escondía y el grueso de la gente inundaba el recinto. Tuve la ocasión de ver por primera vez a esta enorme banda hace unos 2 años en el pequeño Cheapstock, en Pineda de Mar, ya extinto, y simplemente decir que la banda ha crecido y engordado su sonido todavía más en este período, especialmente con su último “Light The Dankness”, editado el año pasado.
El cuarteto se marcó un concierto megalítico, frente a un telón que mostraba un eclipse lunar, y los cuatro a una se destrozaron la espalda a base de ‘headbanging’ a golpe de cada lento y áspero ‘riff’, con los que nos aplastaron una y otra vez sin necesidad de voz alguna. Lejos de hacerse un concierto plano, los de Kielce nos volvieron a dar una lección de actitud, defendiendo sus temas de un modo vehemente, y volcándose mientras ciertos olores afines se agudizaban en las primeras filas. Temazos masivos como “Diabolical Dopenosis”, “Bong Thrower” o “Inhale In Hell” tuvieron la culpa, y nos metieron de lleno en el clímax del día, o de la noche, más bien…
STONED JESUS eran sin lugar a dudas uno de los platos fuertes del día, y lamentablemente para muchos, entre los que me incluyo totalmente, la decepción del festival. Vaya por delante que su último trabajo, “Pilgrims” (2018), con el que han virado de forma notable hacia sonidos mucho más progresivos que en sus inicios, no fue para nada de mi agrado en su momento, y seguramente porque se centraron principalmente en él su concierto se me hizo tremendamente plomizo, falto de chispa, y hasta largo cuando hasta el momento la tarde se nos había ido en un suspiro.
El trío de Kiev no supo aprovechar el demoledor sonido que tuvieron, y como digo se centraron en la parte más reciente de su catálogo para dejarnos un ‘set’ más preciosista, pero falto de ese “grosor” con el que nos enamoraron en sus primero trabajos. La sensación que tuve es que la gran mayoría del público se pasó el concierto esperando un “I Am The Mountain” que llegó precedido por cierto de un cameo de SLIPKNOT que no entendí, y el resto ocurrió de un modo más bien intrascendente. Ni siquiera “Here Come The Robots” al final hizo que se salvara un concierto bastante pobre del que, gracias a Dios (Ben Ward), nos íbamos a olvidar bien rápido…
Lo de los ORANGE GOBLIN fue exactamente todo lo contrario a lo que acabábamos de vivir con los ucranianos, y justo lo que necesitábamos, dicho sea de paso. La veterana banda londinense, incombustible e imprescindible para comprender la escena ‘stoner’ europea, vino a ponerlo todo en su sitio con un verdadero bolazo de los de dejarle a uno sin aliento, sin descanso alguno, y con la actitud y el saber estar que sólo dan los años y un verdadero discazo detrás de otro, que es lo que llevan haciendo casi ya 25 años. Abrieron con “Sons Of Salem”, y una vez puesta en movimiento la bola de demolición, ya no hubo nada que se interpusiera en su camino.
Todo les funcionó, absolutamente todo, pero sobre todo esa honestidad y fe ciega en lo que hacen tan contagiosa fue la que nos enganchó a su concierto y la que, como siempre, lo hizo tan especial. Desde el devastador inicio con la citada “Sons Of Salem”, pasando por el aplaudidísimo recuerdo a MOTÖRHEAD con el “No Class”, hasta el ‘wall of death’ de “They Come Back”, esa morriña del “Time Travelling Blues”, o el “Red Tide Rising” que necesita de todo menos presentación nos patearon el culo con un Ben apoteósico, que demostró ser seguramente el mejor frontman que pasó por Moledo en todo el fin de semana…
Ya en la madrugada, y con la fiesta en todo lo más alto después de ORANGE GOBLIN, DOPETHRONE despedían el viernes (ya sábado) con su ‘doom/ stoner/ black’ angustioso y adulterado para todavía un buen puñado de valientes, que aguantábamos gustosos a que los canadienses se nos fumaran como a un porro. Seguramente no fue el mejor concierto que vimos ni siquiera ese día.
Pero el grupo cumplió y nos ofreció un buen concierto muy en la línea de lo que BELZEBONG nos habían despachado un rato antes sobre el mismo escenario. Así se acababa una segunda jornada con un cartel con menos nombres quizás que el jueves, pero con mejor tiempo y, por qué no decirlo, con más sorpresas que ningún otro y alguna que otra decepción. Tocaba acercarse a la ‘afterparty’ del Ruivo’s Bar a menearlo con un poco de buen ‘funky’ y aguardar a la última jornada, donde por fin veríamos el sol y la tan ansiada piscina…
Sábado 10 de Agosto
El sábado por fin pudimos disfrutar del ‘pool stage’ después de dos días de cerrojazo. Fue una pena, porque a nadie se le escapa que es uno de los principales atractivos del festival, su diferencial, y su más icónica estampa. Así, ajustándose a programación, comenzábamos el día echando un rato de lo más agradable degustando las dos primeras bandas del escenario, mientras nos refrescábamos del intenso calor que ya nos visitaba y disfrutando de unas instalaciones muy limpias para empezar el día de la mejor manera posible. Y comenzábamos descubriendo a HERE THE CAPTAIN SPEAKING, THE CAPTAIN IS DEAD, un trio de Valencia que desconocía por completo (¡fallo!), que nos presentó su primer EP, homónimo, en un concierto en el que se presentaron en formato cuarteto y nos dejaron una sobredosis exagerada de psicodelia y ‘kraut’ setenteros de altos vuelos, para fans de la música instrumental y los viajes de larga distancia en “sinte”. Su concierto fue perfecto para empezar el sábado, en modo ‘chill out’, con poquita gente, y la mejor música posible. Justo después llegaban MAGGOT HEART un grupo que en general me aportó algo menos con su ‘groove’ con tintes industriales un poco a lo primeros KILLING JOKE, con una puesta en escena eso sí enormemente visceral. Otro rollo, definitivamente, con un buen sonido y ya una cantidad de gente muy considerable en el pequeño recinto mientras, con permiso de CARDIEL y GIÖBIA, marchábamos a comer antes de comenzar con la última jornada de escenario principal, que abrían nada menos que TOUNDRA…
TOUNDRA eran la única banda de ‘post rock’ del cartel, un género que no suele estar muy presente en SonicBlast, y sea por eso o porque quizás el sábado hubo una afluencia algo mayor con la presencia de OM un poco más tarde, lo cierto es que para ser el primer concierto “grande” del día la cosa tenía un color muy bueno en lo que a gente se refiere. Con TOUNDRA no hay dudas, y si hoy con su quinto disco en el mercado son lo que son, es gracias a eso, a que dan lo que prometen. Todo.
Salieron con “Cobra”, como en “Vortex”, en el que centraron más de la mitad de su repertorio como si de un concierto de presentación más se tratase. En parte así lo fue, en miniatura, eso sí. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol. El grupo se dejó la piel sobre el escenario, como siempre, y con su torrente instrumental arrastraron personas y emociones a su paso por el norte de Portugal con un sonido sencillamente espectacular y una forma de transmitir que en ellos es intrínseca, pero que en perspectiva es extraña y maravillosa. “Tuareg”, “Bizancio”, “Kitsune”… iban cayendo sin que el tiempo pareciera avanzar, o quizás haciéndolo demasiado deprisa. Al menos en lo personal, con sus directos la noción del tiempo la suelo perder con frecuencia. Da verdadero gusto disfrutar de la complicidad de Esteban con Alberto, de Maca con ambos, de cómo disfrutan ellos mismos sobre las tablas y de cómo hacen disfrutar al resto. Se contagia, definitivamente, y es parte de la escenografía. Quedaba un buen trecho aún de “Vortex” con “Kingston Falls” y la monumental “Mojave”, antes del clímax total del concierto con “Cielo Negro (Black Sky)” y la siempre agridulce despedida con “Cruce Oeste”, que es una joya en bruto. Y la tarde sólo había hecho que comenzar…
SACRI MONTI era la banda menos digamos conocida del sábado que más me apetecía ver, quizás por lo poquito que hemos podido ver en Europa por el momento a este fantástico quinteto de San Diego, California. Con su “Waiting Room For The Magic Hour” editado hace poco más de un mes, el que es su segundo disco (cuatro años después del primero), nos ofrecieron un concierto impropio de una banda todavía muy joven, increíblemente sobrio, recordándome en muchos momentos a unos UFO ya maduros, un rollo retro súper efectivo, con unas guitarras enormemente conseguidas, saturadas de efectos por momentos, y en general un estilo distinto que le dio color a la tarde, muy diversa en lo estilístico, por cierto. Fue la banda de regusto más clásica que pudimos ver este año en Moledo, un ‘must’ para todo amante del rock clásico sin etiquetas que nos hicieron pasar un muy buen rato mientras la tarde caía, y los dos platos fuertes del día llegaban.
Con WINDHAND comenzaba ya la traca final del festival, una serie de conciertos gordos con los que se despedía la edición de este año y que nos dejó un sabor de boca sencillamente espectacular.
Los de Richmond demostraron una vez más la majestuosidad de su directo con su ‘doom’ denso y onírico, con una Dorthia Cottrell a las voces inmensa y a la que siempre es un gran placer ver y disfrutar en directo. La banda estuvo enorme, y sonó compactada y mastodóntica, con un ‘set’ muy enfocado a su último “Eternal Return”.
En aquel momento de la noche, con los ánimos ya en todo lo más alto y ya el concierto de OM en la retina de casi todos, si algo necesitábamos era la patada en la boca que nos propinaron los EYEHATEGOD. Los de Nueva Orleans llevan más de cinco años sin editar un puñetero disco nuevo, pero en directo no han perdido ni un ápice de la mala baba que les acredita desde 1988 como una de las bandas más polémicas y salvajes en vivo de toda la escena ‘sludge’.
El suyo fue un concierto frenético, de los que dejan sin aliento, con un Mike Williams desatado y una banda en frenesí que se nos llevó por delante con un verdadero sonidazo, seguramente uno de los conciertos más intensos y diferentes que vivimos en SonicBlast que vino además genial para salir un poco de la dinámica habitual. Eso sí, el contraste para lo que venía después fue enorme…
Poco pasaban de las 00 de la noche cuando, en medio de una enorme expectación (la que se merecen), OM hacían acto de presencia sin telón alguno, sin pompa, uno a uno ocupando sus puestos, de lo más relajados en un escenario que desde ese momento les pertenecía. Al Cisneros se colgaba su Rickenbacker, Emil Amos tomaba la batería, y Tyler Trotter se sentaba al sintetizador, y despacio, increíblemente despacio, empezaba a sonar un “Gethsemane” que sonó mágico, creando una atmósfera imborrable que jamás se me va a olvidar. Por un momento me pareció estar en otro sitio, en otro tiempo, y para cuando al poco de comenzar “State Of No Return” el bajo lo partía todo en 2 escupiendo distorsión y gravedad, tuve la sensación, casi la certeza, de que absolutamente todo corazón allí presente latía al unísono. Las barritas de incienso que muchos asistentes portaban hicieron que aquella experiencia inicial fuese más hipersensorial todavía.
Lo de OM para mí fue mucho más que un concierto; fue una experiencia única. Ya no sólo es que poder ver a esta particular banda sea harto complicado en Europa, algo que ya de por sí lo hace especial, sino que lo que allí vivimos y sentimos creo que fue mucho más allá de lo que uno percibe en un concierto convencional. Fue como estar dentro de una película en vivo, como escuchar su banda sonora en directo transportándonos a algún lugar del medio oriente, y a la vez partirnos el espinazo con cada crecida del bajo de un Al Cisneros que nos tuvo a su merced como él quiso. Sólo había que ver las caras de la gente para comprender que aquello iba y fue mucho más allá de los estándares de “un concierto. “Sinaí” fue ese monolito disforme y majestuoso, como todo el “Advaitic Songs” al completo, un ejercicio de creatividad y de musicalidad donde quizás eché de menos el uso de cuerdas por parte de Trotter, que lo metía todo por teclados, para que el éxtasis hubiese sido pleno. La compenetración entre Cisneros y Amos es total y absoluta, una simbiosis inigualable que apuesto a que va mucho más allá de un local de ensayo, y una auténtica gozada disfrutar de sus variaciones de tempo constante sin perderse jamás de los jamases…
De ahí en adelante, OM se centraron en “God Is Good”, trabajo que por cierto cumple 10 años este 2019, interpretando sus 4 temas en desorden, o mejor dicho, en un orden distinto al de aquella joya producida en su día por Steve Albini. Primero cayó “Cremation Ghat”, sus dos partes consecutivas, evocándonos a los ‘ghats’ a orillas del Ganges, para después continuar con “Thebes”, y acto seguido el que para mí fue el momento cúlmen de su concierto, “Meditation Is The Practice Of Death”, momento imborrable que todavía me pone los pelos de punta con sólo recordarlo. Para cerrar, única referencia a “Pilgrimage” con un “Bhima’s Theme” que fue un verdadero martillo pilón para despedir. Parecía que el tiempo se había detenido, pero no. Sólo quedó vacío…
Después, y ya a modo de despedida, quedaban todavía fuerzas para llevarnos una gratísima sorpresa con DOMKRAFT, un trío sueco de un más que pulcro ‘sludge psicodélico’ que nos encantó, y que además fue la última banda en incorporarse al cartel unos días antes, y la última en pasar por el escenario de un SONICBLAST MOLEDO que, en su edición 2019, nos decía adiós. Sin lugar a dudas, ¡nos veremos en 2020!
Texto: Jorge del Amo Mazarío (Jorge_del_amo@rafabasa.com) – Twitter: @Jorge_del_amo
Fotos: Nuno Cruz (Muchas gracias) y Jorge del Amo (fotos ambiente)
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